¡Italoboom!

El italo disco (o italo) fue un género que tuvo su auge en los años 80 del siglo pasado sin abarcar la década entera. Impulsado -y, esencialmente, creado- por el empeño del sello alemán ZYX Music con objeto de publicitar su producción propia, tomó el nombre prestado del mercado alemán -pues así es como denominaban a los primeros productos y recopilatorios dance importados de Italia-, aunque el establecimiento definitivo como género se le atribuye al fundador de ZYX Music, Bernhard Mikulski.

Las principales características del italo son: una proporción variable de música disco junto a una fusión muy homogénea de pop y dance, añadiendo incorporaciones puntuales de otros géneros de moda -como el Hi-NRG- y, ocasionalmente, arreglos rock más o menos marcados.
El grueso musical estaba formado por cajas de ritmos y sintetizadores, evitando hacer uso de instrumentos analógicos salvo la voz -casi siempre cantada en inglés-, la cual a veces se procesaba con vocoders y efectos de repetición. Esto presentaba al género como un sonido fresco y una experiencia novedosa en las salas de baile — especialmente en comparación con lo ya visto en funk y disco, géneros mucho más intensos y eufóricos.

Un detalle muy diferenciador del italo con respecto al dance pop -tanto el que hacían otros cantantes de éxito internacional (especialmente los del género padre, euro disco) como el proveniente de EEUU- es el tratamiento idéntico o incluso inferior que recibía la voz del intérprete respecto a los sintetizadores: sin quedar resaltada como ocurría en aquellos y siempre compartiendo protagonismo y tiempo a partes iguales. Esto devenía en una presencia muy poderosa de las melodías (por lo común alegres, sencillas y pegadizas), contrastando así con la sensación fría y futurista -que se tenía en la época- del sonido sintetizado. Con esta compaginación de doble cara el italo consiguió ganarse a todo el continente europeo y fue uno de los géneros por excelencia de la década.

Silver Pozzoli – Around my dream (1985)